miércoles, 17 de febrero de 2010

ORACION PARA ALEJAR A LOS MALOS ESPIRITUS

 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas, que limpiáis lo de fuera del vaso y del
plato, y por dentro estáis llenos de rapiña y de
inmundicia! – ¡fariseos ciegos, limpiad primero el
interior del vaso y del plato para que sea también
limpio lo que está afuera! – ¡Ay de vosotros, escribas
y fariseos hipócritas! Porque sois semejantes a
sepulcros blanqueados, que por fuera parecen
hermosos a los ojos de los hombres y dentro están
llenos de toda suerte de podredumbre. – Así también
de fuera os mostráis justos a los ojos de los hombres;
mas por dentro estáis llenos de hipocresía y de
iniquidad. (San Mateo, cap. XXIII, v. 25 a 28).

. Los malos Espíritus sólo van
donde pueden satisfacer su perversidad; para alejarlos,
no basta pedirlo ni menos mandarlo; es preciso
despojarnos de lo que les atrae. Los malos Espíritus
olfatean las llagas del alma, como las moscas olfatean
las del cuerpo; del mismo modo que limpiáis el cuerpo
para evitar la inmundicia, limpiad también el alma de
sus impurezas para evitar a los malos Espíritus. Como
vivimos en un mundo en que pululan los malos
Espíritus, las buenas cualidades del corazón no siempre
nos ponen al abrigo de sus tentativas, pero dan fuerza
para resistirles
. ORACIÓN. En nombre de Dios Todopoderoso,
que los malos Espíritus se alejen de mí y que
los buenos me sirvan de protección contra ellos.
Espíritus malhechores, que inspiráis malos
pensamientos a los hombres; Espíritus tramposos y
mentirosos que les engañáis; Espíritus burlones que
abusáis de su credulidad, os rechazo con todas las
fuerzas de mi alma y cierro el oído a vuestras
sugestiones; pero pido para vosotros la misericordia
de Dios.
Buenos Espíritus, que os dignáis asistirme,
dadme fuerza para resistir a la influencia de los malos
Espíritus y luz necesaria para no ser víctima de sus
embustes. Preservadme del orgullo y de la presunción;
separad de mi corazón los celos, el odio, la malevolencia
y todo sentimiento contrario a la caridad, porque son
otras tantas puertas abiertas al Espíritu del mal.
AMEN (1 padrenuestro, 3 avemaría y 1 gloria)

LOS ÁNGELES GUARDIANES Y LOS ESPÍRITUS PROTECTORES

 Todos tenemos un buen
Espíritu que se une a nosotros desde el nacimiento y
nos ha tomado bajo su protección. Cumple junto a
nosotros la misión de un padre para con su hijo: la de
conducirnos por el camino del bien y del progreso a
través de las pruebas de la vida. Es feliz cuando
correspondemos a su solicitud; sufre cuando nos ve
sucumbir.
Su nombre nos importa poco, porque puede ser
que no tenga nombre conocido en la Tierra; lo
invocamos como nuestro ángel guardián, nuestro buen
genio; podemos también invocarlo con el nombre de
un Espíritu superior cualquiera por el que sintamos
más simpatía.
Además de nuestro ángel guardián, que siempre
es un Espíritu superior, tenemos a los Espíritus
protectores, que no por ser menos elevados, son
menos buenos y benévolos; éstos son o parientes o
amigos, o algunas veces personas que nosotros no
hemos conocido en nuestra existencia actual.
Frecuentemente, nos asisten con sus consejos y con
su intervención en los actos de nuestra vida.
Los Espíritus simpáticos son aquellos que se
unen a nosotros por cierta semejanza de gustos y de
inclinaciones; pueden ser buenos o malos, según la
naturaleza de las inclinaciones que les atraen hacia
nosotros.
Los Espíritus seductores se esfuerzan en
desviarnos del camino del bien, sugiriéndonos malos
pensamientos. Se aprovechan de todas nuestras
debilidades, que son como otras tantas puertas abiertas
que les dan acceso a nuestra alma. Los hay que se
encarnizan con nosotros como con una presa, pero se
alejan cuando reconocen que no pueden luchar contra
nuestra voluntad.
Dios nos dio un guía principal y superior en
nuestro ángel de la guarda, y guías secundarios en
nuestros Espíritus protectores y familiares; pero es un
error creer que tenemos forzosamente un mal genio
colocado cerca de nosotros para contrarrestar las
buenas influencias. Los malos Espíritus voluntariamente según encuentren acceso en
nosotros por nuestra debilidad o por nuestra
negligencia en seguir las inspiraciones de los buenos
Espíritus; por tanto, somos nosotros quienes los
atraemos. De esto resulta que nadie está jamás privado
de la asistencia de los buenos Espíritus y que depende
de nosotros apartar a los malos. Siendo el hombre la
primera causa de las miserias que sufre por sus
imperfecciones, muchas veces él mismo, es su propio
mal genio.
La oración a los ángeles guardianes y a los
Espíritus protectores debe tener por objeto solicitar su
intervención ante Dios, y pedirles fuerza para resistir a
las malas sugestiones y su asistencia en las
necesidades de la vida.

ORACION DE FORTALEZA

Oración que Jesús le enseñó a Pedro para que pudiera alcanzar la reconciliación con el Creador. Oración que ha nutrido su espíritu por cientos y cientos de años, pidiéndole a Dios le permitiera desarrollar el amor. Cada vez que nuestros ojos se abran a un nuevo día, debemos hacer esta oración, y el Señor estará con nosotros siempre, porque habremos aprendido a no cometer errores y a amar a los demás, ofreciendo nuestros cuerpos y espíritus al trabajo diario de la conquista celeste por rescatar los hombres hacia el bien.
Clamad por el auxilio de Jesús. Declarad en estos momentos vuestras necesidades, para que todo aquello que os inquieta, todo aquello que os preocupa, todo aquello que os quita el sueño, y puedas decir:
"Señor, sé que mi mayor deber como hijo de Dios es ayudar en la casa de mi Padre. Mas, me declaro ante Ti Jesús, enfermo, desequilibrado espiritualmente. Y quiero sentirme bien para poder trabajar contigo, ayudándote en Tu misión y trabajar en la casa de Nuestro Padre. Jesús, confío en Ti hoy, todas mis penas, todas mis angustias, todos mis temores. Quiero pedirte Jesús, que me ayudes a no pedir ya amor, sino a dar amor; porque hoy comprendo que si doy amor, amor recibiré. Antes, clamaba pidiendo amor sin darlo. Me enfermé de egoísmo, destruyendo el amor de aquellos seres que me amaban. Más, declaro mi enfermedad ante Ti, pues el egoísmo de pensar tanto en mí, nunca se saciaba y pedía siempre más amor y más entrega de los demás para mí. Y luego, al pensar solo en mi Jesús, no tomé en cuenta el sentimiento amoroso de los demás, traicioné la amistad, traicioné el amor, he sido infiel, he golpeado a mi prójimo en el cuerpo y en el alma. Y así, todos los seres que me amaban se alejaron de mí. Hoy vivo Jesús, la soledad de un egoísta, la soledad de un orgulloso, la soledad de un enfermo. Y clamo por Ti, para que Tú sanes el espíritu.
Enséñame a amar Jesús, porque ahora estoy consciente que cuando aprenda a amar, recuperaré a mis seres queridos; que hoy los veo tan distantes, como las estrellas del firmamento, casi imposibles de alcanzar. Pero cuando descubro que el espíritu viaja mucho más veloz que la luz, sé que puedo dar alcance a los seres que hoy descubro que amo y se encuentran ya tan lejos de este enfermo del espíritu.
Jesús, permíteme ayudarte, para que a través de ese servicio aprenda a amar, y tenga el mérito de poder sanar y ser libre.
Mis ojos no se atreven a ver el rostro de nuestro padre Jesús, pues el espíritu se llena de vergüenza. Ayúdame Jesús a limpiar mi rostro, y poder presentarme ante nuestro Padre para decirle: Padre aquí estoy; adolorido, dolido y cansado, pero ya repuesto de tantos golpes, golpes que tu querías que no recibiera. Pero al desobedecerte, escogí ese tipo de vida Señor. Hoy me arrepiento Padre, mas mi arrepentimiento no puede borrar los actos por entero. Los actos erróneos, solo los actos buenos me harán olvidar.
Vengo ante Ti Padre, para que Tú me des una nueva oportunidad. A todos aquellos seres que hice daño, ante Ti, les pido perdón. Y coloca a este hijo la tarea de servir y amar a los que ayer dañé. Permíteme Señor, servir a los que traicioné, recoger a tantos hijos que abandoné. Permíteme ayudarles. Dadme fuerzas. Que mi espíritu trabaje sin descansar para estar cerca de los seres que amo y no amé."
Así Jesús, limpia hoy los espíritus de nuestros hermanos, sumergidos en la fuente del arrepentimiento, para que el perdón misericordioso de Dios sane las heridas de nuestros hermanos. Y todos hoy, sumergidos en ese perdón podamos exclamar de gozo, diciendo: (Oración Padre Nuestro)
Por donde vayamos, hagamos el bien, extendamos los brazos y demos amor. Por donde vayamos, brillemos con luz propia, y seremos luciérnagas del campo, y el campo será igual de hermoso de día, como de noche, porque de día seremos como las flores, hermosas y de muchos colores, y de noche, nuestra luz iluminará la oscuridad y el campo se llenará de muchas luces. Así, de día y de noche estaremos en la senda del bien, y a nada deberemos de temer, pues Dios está con nosotros. En el campo iluminado, las fieras no entran, pues huyen de la luz, y si somos luz, la fiera nunca nos atacará.