sábado, 24 de abril de 2010

LA ORACION, SEGÚN LA DOCTRINA ESPIRITA


Explicación Necesaria
El EVANGELIO, es la Buena Nueva, que el Maestro Jesús hace dos mil años nos legara. El Espiritismo al tomar del Evangelio de Jesús, las máximas más sobresalientes, no establece competencia con religión alguna existentes en la actualidad, ni debe confundirse con alguna de ellas. El Espiritismo es una Doctrina de Amor.
Allan Kardec, al tomar algunos de los aspectos de la Doctrina de Jesús, los enfocó a la luz del Espiritismo dejándonos la obra EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO, que contiene la explicación de las máximas morales de Jesús, su concordancia con el Espiritismo y su aplicación en las diversas situaciones de la vida. Alertando a las almas para las verdaderas finalidades de la vida, llevando a los humildes y sufridores el límpido mensaje de Jesús, de paz y de consuelo.
La genuina esencia de la doctrina está contenida en este libro, El Evangelio de Jesús verdaderamente explicado en espíritu y en verdad, cuya enseñanza moral es lo único que nos puede conducir a la reforma íntima, a la realización integral de la finalidad de la Creación por el respeto y obediencia a las leyes divinas, las leyes morales, inscritas en la propia conciencia del hombre.
Tomamos este libro, como punto de partida para la realización del Evangelio en el Hogar, ya que orienta al hombre para la conquista de los valores espirituales y la reforma interior, para el combate de los vicios, para una nueva filosofía de la vida, mostrándole sobre todo, la necesidad de ser bueno, porque “fuera de la caridad no hay salvación”.
Esclarecimiento sobre la oración
La oración es una invocación; por ella un ser se pone, con el pensamiento, en relación con el ser a quien se dirige. Puede tener por objeto suplicar, dar gracias o glorificar. Se puede orar para sí mismo, para otro, para los vivos y para los muertos.
El Espiritismo hace comprender la acción de la oración, explicando el modo de transmitir el pensamiento, ya sea que el ser a quien se ruega venga a nuestro llamamiento, o que nuestro pensamiento llegue a él. Luego, cuando el pensamiento se dirige hacia un ser cualquiera que está en la Tierra o en el espacio, del encarnado al desencarnado o del desencarnado al encarnado, se establece una corriente fluídica entre los dos, la cual transmite el pensamiento como el aire transmite el sonido.
La energía de la corriente está en razón con la del pensamiento y de la voluntad. Así es como la oración es oída por los Espíritus en cualquier parte que se encuentren, como los Espíritus se comunican entre sí, como nos transmiten sus inspiraciones y como se establecen relaciones a distancia entre los encarnados. Esta explicación, es sobre todo, para aquellos que no comprenden la utilidad de la oración puramente mística; no es con objeto de materializar la oración, sino con el fin de hacer comprensible su efecto, manifestando que puede tener una acción directa y efectiva, sin que por esto deje de estar menos subordinada a la voluntad de Dios, juez supremo de todas las cosas y el único que puede hacer eficaz su acción.
Por la oración el hombre llama el concurso de los buenos Espíritus que vienen a sostenerle en sus buenas resoluciones y a inspirarle buenos pensamientos, adquiriendo de este modo la fuerza moral necesaria para vencer las dificultades y volver a entrar en el camino derecho si se ha desviado, así como también puede desviar de sí los males que se atrae por sus propias faltas.
Cualidades de la oración
Jesús definió las cualidades de la oración claramente, diciendo:
Cuando roguéis, no os pongáis en evidencia; rogad en secreto y no aparentéis rogar mucho porque no será por la multitud de las palabras que seréis oídos, sino por la sinceridad con que sean dichas; antes de orar, si tenéis alguna cosa contra alguien, perdonádsela, porque la oración no podría ser agradable a Dios si no sale de un corazón purificado de todo sentimiento contrario a la caridad; en fin, rogad con humildad, como el publicano, y no con orgullo, como el fariseo: examinad vuestros defectos y no vuestras cualidades, y si os comparáis con otros, buscad lo que hay de malo en vosotros.
Eficacia de la oración
Hay gentes que niegan la eficacia de la oración fundándose en el principio de que, conociendo Dios nuestras necesidades, es superfluo exponérselas. Aun añaden que, encadenándose todo el universo por leyes eternas, nuestros votos no pueden cambiar los decretos de Dios. Sería ilógico deducir de esta máxima: “Todas las cosas que pidiereis orando, creed que las recibiréis”, que basta pedir para obtener como sería injusto acusar a la Providencia si no accede a otro lo que se le pide, puesto que sabe mejor que nosotros lo que nos conviene. Hace lo mismo que un padre prudente que rehúsa a su hijo las cosas contrarias al interés de éste. Generalmente el hombre sólo ve el presente; mas si el sufrimiento es útil para su futura felicidad, Dios le dejará que sufra, como el cirujano deja sufrir al enfermo en la operación que debe conducirle a la curación. Lo que Dios le concederá, si se dirige a El con confianza, es valor, paciencia y resignación. También le concederá los medios para que él mismo salga del conflicto, con ayuda de las ideas que le sugiere por medio de los buenos Espíritus, dejándole de este modo todo el mérito; Dios asiste a los que se ayudan a si mismos, según esta máxima: “Ayúdate y el cielo te ayudará”, y no a aquellos que todo lo esperan de un socorro extraño, sin hacer uso de sus propias facultades; pero casi siempre se preferiría el ser socorrido por un milagro sin ningún trabajo.
El poder de la oración
El poder de la oración está en el pensamiento; no se concreta a las palabras, ni al lugar, ni al momento que se hace. Se puede, pues, rogar en todas partes y a todas horas, estando sólo o acompañado. La influencia del lugar o del tiempo está en relación de las circunstancias que pueden favorecer el recogimiento. La oración en común tiene una acción más poderosa cuando todos aquellos que oran se asocian de corazón a un mismo pensamiento y tienen un mismo objeto, porque es como si muchos levantasen la voz juntos y unísonos; pero ¡qué importaría estar unidos en gran número, si cada uno obrase aisladamente y por su propia cuenta personal!. Cien personas reunidas pueden orar como egoístas, mientras que dos o tres, unidas en una común aspiración, rogarán como verdaderos hermanos en Dios, y su oración tendrá más poder que la de los otros ciento.
Oraciones inteligibles
La oración sólo tiene valor por el pensamiento que se une a ella, y es imposible unir el pensamiento a lo que no se comprende, por qué lo que no se comprende no puede conmover al corazón. Para la inmensa mayoría, las oraciones en un lenguaje incomprensible sólo son un conjunto de palabras que nada dicen al Espíritu. Para que la oración conmueva, es preciso que cada palabra despierte una idea, y si no se comprende no puede despertar ninguna. Se repite como una simple fórmula, suponiéndole más o menos virtud según el número de veces que se repite; muchos oran por el deber y otros por conformarse con los usos; por esto creen haber cumplido su deber cuando han dicho una oración en número de veces determinado, siguiendo tal o cual orden. Dios lee en el fondo del corazón y ve el pensamiento y la sinceridad; sería rebajarle creerle más sensible a la forma que al fondo.
Modo de orar
El primer deber de toda criatura humana, el primer acto que debe señalar para ella la vuelta a la vida activa de cada día, es la oración. Casi todos vosotros rezáis, pero : ¡cuán pocos saben orar!, ¡Qué importan al Señor las frases que juntáis maquinalmente las unas a las otras, porque tenéis esta costumbre, que es un deber que llenáis y que, como todo deber, os moleta!.
La oración del cristiano, del Espirita, de cualquier culto que sea, debe ser hecha desde que el Espíritu ha vuelto a tomar el yugo de la carne; debe elevarse a los pies de la majestad divina, con humildad, con profundidad, alentada por el reconocimiento de todos los bienes recibidos hasta el día, y por la noche que se ha pasado, durante la cual os ha sido permitido, aunque sin saberlo vosotros, volver al lado de vuestros amigos, de vuestros guías, para que con su contacto os den más fuerza y perseverancia. Debe elevarse humilde a los pies del Señor, para recomendarle vuestra debilidad, pedirle su apoyo, su indulgencia y su misericordia. Debe ser profunda, porque vuestra alma es la que debe elevarse hacia el Creador, la que debe transfigurarse como Jesús en el monte Tabor, y volverse blanca y radiante de esperanza y de amor.
Vuestra oración debe encerrar la súplica de las gracias que os sean necesarias, pero de una necesidad real. Es, pues, inútil pedir al Señor que abrevie vuestras pruebas y que os dé los goces y las riquezas; pedirle que os conceda los bienes más preciosos de la paciencia, de la resignación y de la fe. No digáis lo que muchos de entre vosotros: “No vale la pena de orar, porque Dios no me escucha”. La mayor parte del tiempo ¿qué es lo que pedís a Dios?. ¿Habéis pensado muchas veces en pedirle vuestro mejoramiento moral? ; ¡OH!,no, muy pocas; más bien pensáis en pedirle el buen éxito de vuestras empresas terrestres, y habéis exclamado “Dios no se ocupa de nosotros; si se ocupara no habría tantas injusticias”, ¡Insensatos!. ;¡Ingratos!. Si descendieseis al fondo de vuestra conciencia, casi siempre encontraríais en vosotros mismos el origen de los males de que os quejáis; pedid, pues, ante todo, vuestro mejoramiento y veréis qué torrente de gracias y consuelos se esparcirá entre vosotros.
Debéis rogar sin cesar, sin que por esto os retiréis a vuestro oratorio o que os pongáis de rodillas en las plazas públicas. La oración del día es el cumplimiento de vuestros deberes sin excepción, cualquiera que sea su naturaleza. ¿No es un acto de amor hacia el Señor el que asistáis a vuestros hermanos en cualquier necesidad moral o física?. ¿No es hacer un acto de reconocimiento elevar vuestro pensamiento hacia El cuando sois felices, cuando se evita un percance, cuando una contrariedad pasa rozando con vosotros, si decís con el pensamiento:;¡Bendito seáis, Padre mío.! ¿No es un acto de contrición el humillaros ante el Juez Supremo cuando sentís que habéis fallado, aunque sólo sea de pensamiento, al decirlo:¡Perdonadme, Dios mío, porque he pecado (por orgullo, por egoísmo o por falta de caridad); dadme fuerza para que no falte más y el valor necesario para reparar la falta!?.
Esto es independiente de las oraciones regulares de la mañana y de la noche, y de los días que a ella consagréis; pero, como veis, la oración puede hacerse siempre sin interrumpir en lo más mínimo vuestros trabajos; decid, por el contrario, que los santifica. Y creed bien que uno solo de estos pensamientos, saliendo del corazón, es más escuchado de vuestro padre celestial que largas oraciones dichas por costumbre, a menudo sin causa determinada, y a las cuales conduce maquinalmente la hora convenida.
A continuación transcribimos algunas oraciones que servirán como modelo para la iniciación y cierre de las reuniones de la practica del evangelio en el hogar
Para iniciar
¡Señor!
No te pedimos que nos libres de las pruebas necesarias mas apelamos a tu misericordia, a fin de que nuestras fuerzas consigan superarlas. No te rogamos la suspensión de nuestros problemas que nos afligen; sin embargo, esperamos el apoyo de tu amor para solucionarlos con base en nuestro propio esfuerzo.
No te solicitamos que nos apartes los adversarios que traban nuestros pasos y obscurecen el camino; todavía contamos con tu amparo, de modo que aprendamos a aceptarlos, aprovechándoles el concurso.
No te imploramos inmunidad contra las desilusiones que por ventura nos hieran, mas te pedimos el auxilio, para aceptarlas sin rebeldía, como función edificante y redentora.
No te suplicamos para que se nos libre el corazón de penas y de lágrimas; mas; rogamos tu benevolencia para sobrellevarlas.
Señor, asístenos, para recibir el esclarecimiento necesario de tu mensaje redentor.
Señor, que sepamos agradecer tu protección y tu bondad en las horas de alegría y de triunfo; entre tanto, ¡que en los días de aflicción y de fracaso podamos sentir con nosotros la luz de tu vigilancia y de tu bendición.!…
Otra
¡Señor Jesús!,
Cuando Dios no es colocado por centro de nuestra vida, perdemos el rumbo, cual viajeros que se distancian de la luz, cayendo en las tinieblas. . . Y es entre nosotros, Señor, la imagen más fiel del Padre que nos creó.
Para reunirnos a El nos diste tu Evangelio de amor el camino de la redención. ¡Concédenos, así, la fuerza para recorrerlo!: Inspíranos la comprensión de tu palabra, por cuanto sabemos que el Reino de los Cielos, como felicidad eterna, ha de comenzar en nosotros mismos.
Guíanos, Maestro, y ayúdanos a entender Tu Voluntad.
Otra
Señor Jesús, que un día dijiste: “yo soy la luz del mundo”, ilumínanos la visión para que podamos conocer el camino para poder atender Tu Voluntad.
Permite, Maestro, que tus mensajeros nos asistan e inspiren, y nos sustenten el espíritu para que seamos dignos de tu confianza.
Nosotros te agradecemos la bendición del Hogar en que nos reúnes. Enséñanos que él no es apenas el rectángulo de paredes que acoge los cuerpos, mas sí el santuario que nos concediste para la aproximación de las almas.
Ayúdanos, Dios de Infinita Bondad, a fin de que nuestros ojos espirituales se mantengan abiertos para nuestras responsabilidades en familia, y aprendamos, así, con tu bendición, a amarnos realmente, unos a loa otros.
Otra
Señor Jesús, nos diste una vida dinámica, para que sea realmente vivida. Se moviliza nuestro cuerpo, el tiempo avanza y la evolución camina.
Ayúdanos Señor, para que nuestra fe también marche, expresándose en acción permanente en el bien.
A ti, Excelso Benefactor, que traduces la confianza del Padre, en Amor a los semejantes, inspíranos nuestra aspiración de servir. Así sea.
Oraciones para el cierre
Señor, agradecemos la riqueza que nos concediste, al permitirnos en este hogar reunirnos. Aquí nos situaste por amor, para que aprendamos a servir al prójimo, sirviendo a nosotros mismos.
Inspíranos resoluciones elevadas, a fin de que la corrección en el desempeño de nuestros deberes nos haga más felices y más útiles. No permitas, amado Jesús, que olvidemos nuestras obligaciones, ante tus enseñanzas, y bendíganos, hoy y siempre.
Otra
Señor Jesús, deseamos aprender a servir.
¡Enséñanos Maestro, a procurarte la presencia Divina en el servicio de todos los días!.
Te entregamos, así, nuestras vidas con nuestros sentimientos e ideales, rogando que dispongas de nosotros según Tu Voluntad.
Amado Jesús, te procuramos la luz divina en el Evangelio que nos dejaste, para ser más útiles. Agradecemos, Señor, el amparo que nos das y contamos con tu auxilio para que seamos mañana, mejores que hoy. Así sea.
Oración de caritas
Dios Padre nuestro, que tienes poder y bondad, dad fuerzas a aquel que pasa por la prueba, dad luz a aquel que busca la verdad, poned en el corazón del hombre la compasión y la caridad.
Dios, dad al viajero la estrella guía, al afligido la consolación, al enfermo el reposo.
Padre, dad al culpado el arrepentimiento, al espíritu la verdad, al niño el guía, al huérfano el padre.
Señor, que vuestra bondad se extienda sobre todo lo que creaste.
Piedad, Señor, para aquellos que no os conocen; esperanza para aquellos que sufren. Que vuestra bondad permita a los Espíritus consoladores extender por toda parte la paz, la esperanza y la fe.
Dios, un rayo, una chispa de Vuestro Amor poder abrazar la Tierra; déjanos beber en las fuentes de esa bondad fecunda e infinita y todas las lágrimas pararán, todos los dolores se calmarán; un solo corazón, un solo pensamiento, subirá hasta vos, como un grito de reconocimiento y de amor.
Como Moisés sobre la montaña nosotros esperamos con los brazos abiertos, oh poder, oh bondad, oh belleza, oh perfección, y queremos de alguna suerte merecer vuestra misericordia.
Dios, dadnos la fuerza de ayudar al progreso a fin de subir hasta Vos; dadnos la caridad pura, dadnos la fe y la razón, dadnos la simplicidad que hará de nuestras almas el espejo donde se debe reflejar Vuestra Imagen.